Las personas refugiadas y migrantes llenan vacíos trascendentales en los mercados laborales locales e impulsan la demanda de bienes y servicios, lo que puede aumentar los ingresos fiscales y elevar el Producto Interno Bruto (PIB) de los países de acogida. Sin embargo, estas personas a menudo se encuentran en situaciones de vulnerabilidad.
Los estudios también ponen de relieve cómo la xenofobia y la discriminación pueden repercutir negativamente en la inclusión socioeconómica de las personas refugiadas y migrantes, así como mermar su capacidad de contribuir a las comunidades de acogida.
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